sábado, 27 de febrero de 2016

Diputaciones: otro disgusto no


27 de febrero de 2016. 

Menos mal que nos queda Susana Díaz, unos pocos más socialistas y todo el PP para poner cordura. Porque de lo contrario, Pedro Sánchez y Albert Rivera acaban con el país; con años y años de logros y con lo poco que hemos rescatado del Estado de bienestar del que ya solo tenemos un vago recuerdo.

Ahora les ha dado por las diputaciones. En el acuerdo de no se sabe qué, firmado esta semana, aparece como uno de los puntos básicos. Y todo por unos 6.500 millones, 22.000 si incluimos las forales, más otros 6.300 que deben, que no nos arreglan la vida y que perfectamente se los podemos sacar a sanidad o educación sin que vayan a peor de lo que están. Y por eso la rebelión, enésima contra su líder, en las filas socialistas y la oposición en las populares.

Porque solo por el hecho de pensar en acabar con tan ilustre institución demuestran desconocer absolutamente el país. Ignoran que las diputaciones están para financiar concursos de mises, como hizo la de Lugo durante años; adjudicar obras al chófer del presidente, como se hacía en Pontevedra; colocar a familiares, amigos y allegados, sobre todo en estos tiempos de tanto paro, como hacen los Baltar, y para levantar aeropuertos atiborrados de pasajeros en Castellón, Ciudad Real o León.

Si nos quitan las diputaciones nos quedaríamos sin esos centros de poder tan necesarios para repartir millones a los afines; sin poder ver a algunos de sus presidentes ingresar en prisión. Nos quedaríamos, en fin, sin parte de nuestras vidas porque sin ellas el retrato sociopolítico del país sería otro bien diferente.

Así que no más disgustos. A ver si Sánchez y Rivera se creen que Susana, Feijoo o Page van a seguir ganando elecciones sin las diputaciones. O lo mismo lo que buscan es que les dé un patatús. 

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2 comentarios:

  1. Pues a pesar de toda la "pena" que me da, que se acaben las Diputaciones de una puñetera vez¡!!!.
    Un abrazo

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  2. Desde luego Armando son un foco de nepotismo, un nido de corrupción y el nudo gordiano del voto clientelar.
    Otro abrazo de vuelta.

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