domingo, 14 de junio de 2015

Los aprendices de Tayllerand





Tayllerand, apodado por sus enemigos El Diablo cojo, representa  arquetipo de animal político que todas sus energías las emplea en permanecer. Muchos políticos actúan como él, pero su caso es único. Se mantuvo en el epicentro del poder durante el período más convulso de la Historia de Francia.

Provenía de la alta nobleza Francesa, como tenía una cierta cojera, no era apto para el ejército dedicación tradicional de la nobleza, así que optó por la carrera eclesiástica, consigue el puesto de Agente General del Clero de Francia por lo que es encargado administrar los bienes de la Iglesia y de mantener los privilegios fiscales de la misma, ante los intereses monetarios del Rey Luis XVI.

En 1789, a pesar de que fue designado Representante del clero a los Estados Generales, acabó defendiendo los intereses del sector revolucionario del Tercer Estado, llegando a proponer y participar en la confiscación de los bienes de la Iglesia.
Durante el Terror evita Francia y se va de embajador, a su vuelta, Robespierre ya había caído, poco después fue encargado por el Directorio del Ministerio de Relaciones Exteriores.

Respaldó a Bonaparte en el golpe de Estado del 18 de Brumario, participó en el Consulado y en el Imperio y cuando Napoleón fue derrotado, logra participar en el Congreso de Viena como representante de Francia, su habilidad fue tal  que logra esquivar prácticamente todas las sanciones a pesar de ser el país derrotado.

Con el advenimiento de la Restauración es nombrado Presidente del Consejo de Ministros y Ministro de Asuntos Exteriores por  Luis XVIII y tras la revolución de 1830 Luis Felipe lo nombre embajador en Londres.

Cuando va a morir consigue reconciliarse con la Iglesia

Algunas frases de Tayllerand 
"Con una buena Policía sólo puede haber un buen Gobierno porque nadie podrá decir que es malo",  (hoy diría una "buena" prensa y televisión)
Le señala a Fouché: "Ganemos la paz, ganemos la guerra; pero ganemos dinero".
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Demasiados Taylleranes en la política. Esos que cuando el sistema se agota, primero piden regeneración de su partido, nuevas caras, todas, menos la suya, porque algunos de los que piden nuevas caras llevan 30 años en el machito y cuando se ven en peligro piden responsabilidades al partido. Visto que nadie se quiere marchar, cuando atisban la mínima posibilidad de permanencia en política se incorporan a lo nuevo, que surge precisamente del hartazgo de los profesionales, de los fieles a los aparatos de sus respectivos partidos. Pero éstos cuando ven peligrar su sillón,  comienzan a hacerse los "contestatarios" para conseguir unas credenciales que le abran la puerta a un nuevo partido,  coalición o movimiento, apelando a que tienen mucho que aportar por su "experiencia". Todos los conocemos, se suben a la cresta de la ola para pillar cacho, son muy activos y si no se detectan y se neutralizan, por inercia llevan a cualquier movimiento a la casilla de salida: cohechos, amiguísimo, prevaricación, corrupción etc

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