jueves, 3 de diciembre de 2015

La ministra y sus artistas


Julio Llamazares.

Hay personas que creen que el Partido Popular tiene algo contra la cultura, ese cajón de sastre en el que nos incluyen, a efectos de identificación cuando menos, a escritores, pintores, músicos, cineastas y demás gente de clasificación difícil, pero no es verdad. Al Partido Popular la cultura no le importa lo más mínimo en tanto que la considera una actividad productivamente irrisoria y socialmente marginal. Ello no quita para que en su voracidad fiscal y recaudatoria (hay que cumplir con el déficit) no olvide ni a uno de esos sectores a la hora de legislar y de ahorrar dinero.
La última de esas actuaciones la protagoniza desde hace tiempo la ministra de Empleo y Seguridad Social, esa mujer que se encomendó a la virgen del Rocío para solucionar el problema del paro, quizá pensando que la Blanca Paloma es la única capaz de arreglar algo tan majestuoso (nada nuevo bajo el sol: su colega de Interior ya había condecorado a la virgen pensando en resolver la seguridad nacional)
Considerando que los escritores, pintores, músicos y demás ralea somos trabajadores normales, algo que no concuerda con su convicción más íntima, que comparte con sus correligionarios, de que estamos más cerca del perroflauta callejero, está actuando con decisión para que, en virtud de una ley que ella misma aprobó (apelando a Europa, eso sí, como de costumbre), aquellos que cobren una pensión del Estado no puedan seguir escribiendo, pintando, componiendo música, haciendo películas, etcétera, salvo que renuncien a cobrar por ello o a su jubilación. El argumento es incontestable: si los demás pensionistas no pueden trabajar más, lógico es que los “trabajadores de la cultura”, tampoco.
La equidad en el tratamiento a todos los españoles es digna de elogio y hasta de admiración en un país tan lleno de privilegios, y yo la aplaudo con aprobación. El que no haya escrito lo que tenía que escribir (o pintado lo que tenía que pintar, o inventado lo que tenía que inventar, etcétera) antes de su jubilación legal que no lo haga ya o que renuncie a cobrar por ello. Que los jubilados que, en vez de perder el tiempo escribiendo, pintando o inventando cosas, se dedicaron a invertir en Bolsa o especular en el mercado inmobiliario puedan seguir cobrando sus rentas sin tener que renunciar a su pensión por ello o que la primera ministra de Trabajo española de la historia que hasta llegar al ministerio no había cotizado nunca, ni como trabajadora por cuenta ajena ni como autónoma, pueda cobrar su jubilación de ministra y a la vez los beneficios de sus empresas familiares no debe parecer discriminatorio.
 Es la ley, que nos equipara a todos por igual.
http://elpais.com/elpais/2015/12/02/opinion/1449069637_235910.html

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