jueves, 23 de febrero de 2017

También la justicia: lo tienen todo


Reproduzco parte del artículo de el Gran Wyoming, titulado "También la justicia: lo tienen todo"

Hace muchos años estuve en la cárcel de Yeserías. Era para mujeres. No me encontraba allí por haber cometido un delito, sino actuando con El Reverendo de telonero de Sabina en un concierto que dimos en el patio.

Como sabía que era la prisión de mujeres más grande de España, me sorprendió la escasa afluencia de personal, apenas doscientas reclusas. La entrada no estaba abierta al público, lógicamente, lo cual reducía las posibilidades de asistencia, pero ya habíamos tocado en el patio de Carabanchel delante de unos tres mil presos, en una imagen que acojinaba.

Hablando con la alcaidesa me comentó que estaban todas, menos las condenadas por delitos de terrorismo, que no participaban en los actos que se organizaban en la prisión. Al manifestarle mi sorpresa porque me parecían pocas me dijo que, en efecto, era la cárcel más grande. Las mujeres no cometían delitos en aquel tiempo, a finales de los ochenta. La población reclusa femenina era ínfima en comparación con la masculina. 

“Es más –me comentó–, la mayoría son delincuentes consortes”. Al adivinar mi incomprensión por ese tipo delictivo me aclaró la cuestión: “La mayoría están aquí por complicidad con las fechorías del marido, por encubridoras o, simplemente, porque se han comido el marrón de su pareja”. 

El hecho de ignorar la causa por la que se las condenaba, de estar con el coche esperando para salir de naja colaborando en el negocio familiar, la mayoría de las veces contra su voluntad, o guardar la droga bajo las ropas, no las eximía de la condena que pagaban con la prisión. 

Otras tienen más suerte, y alegando disminución de las facultades mentales se van de rositas. Sin duda la mala memoria de la infanta Cristina, que dijo 189 veces “no lo sé”, 58 “lo desconozco”, 7 “no me consta” y 59 “no lo recuerdo”, han causado sentimiento de pena ante un ser desvalido, en lugar de la indignación de la sala que, sin negar su derecho a la legítima defensa, también podría haber pedido alguna explicación de cara a este pueblo al que también llaman “soberano”, como a su hermano, y que mantiene con su trabajo la sacrosanta institución de la que vive su familia desde hace generaciones. ¡Qué ricos los potitos de perdices!

En fin, que la buena infanta se hizo pasar por tonta y todo el mundo en la sala se creyó a pies juntillas tal condición. Hay que ver la mala fama que tiene esa familia en cuanto a sus atributos intelectuales. Menos mal que esa deteriorada cabecita del “no me consta”, “no lo recuerdo”, no le afecta por igual en todos los ámbitos, porque hubiera dado lugar a una portada espectacular si en una de sus ausencias mentales, en lugar de abandonar la sala de la mano de su marido, se hubiera abrazado a un fotógrafo. 

O, ya de paso, al fiscal, que se portó como un caballero que, en otros tiempos, habría sido premiado con un título nobiliario. 

...Que todos los ciudadanos son iguales ante la ley es tan cierto como que lo son ante Hacienda. Son chistes, no eslóganes como dijo la abogacía del Estado durante el juicio. La diferencia entre uno y otro es que los primeros causan risa. Y en eso estamos, en el festival del humor permanente.

Más humor. En el congreso nacional del PP el ministro de Justicia se entrevista en privado con el presidente de Murcia el día antes de que la Fiscalía retirara su acusación. El ministro dice que fue un encuentro casual. ¡Uyyyy!, por poco cuela. Las cámaras de televisión le pillan buscándole y llamándole por teléfono para tener un encuentro. Es un mentirosillo. Pero bueno, al fin y al cabo sólo es ministro de Justicia, tampoco le vamos a exigir que diga la verdad: le harían bullying sus compis en los Consejos de Ministros.

Dos días después, en una entrevista radiofónica, el investigado presidente se jactaba de tener información acerca de lo bien que iba su cuestión judicial y profetizaba la retirada de la acusación antes de que se hiciera pública. ¿Es o no es de risa? Vamos a terminar con otra risa: “Ministro, es usted un filtro”.

Claro que, dios, siguiendo con la guasa, le ha hecho cargar con el apellido Catalá, en estos tiempos. No debe ser fácil para alguien nacido en Madrid y de esa ideología. Seguro que se ha pasado la vida excusándose. De lo demás no tiene que dar explicaciones. Si le dicen: “¡Dimisión!", él responde: “Misión”. ¡Qué ratos más buenos nos hacen pasar!

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Sesudos analistas  discuten si la sentencia perjudica o beneficia a la corona. Lo que sí está claro es que la sentencia perjudica la percepción de la justicia que tiene la ciudadanía.




Enlace relacionado
http://www.vozpopuli.com/opinion/Cristina-doctrina-mujer-florero_0_1000700377.html

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