miércoles, 25 de marzo de 2015

Marketing, elecciones no tan libres



El marketing busca que los consumidores, ante varias opciones prefieran un producto determinado. Dado  que los partidos se está demostrando que funcionan como empresas, con permiso del PP que parece que se identifica más con una ONG, sus estrategias son similares a las de éstas.
Los partidos utilizan el término campaña como el mundo comercial, el término proviene de la guerra y guerra es, sea comercial o electoral.

El cerebro es el nuevo objetivo de los expertos en marketing, se aplican los avances en neurociencia que permiten alcanzar el inconsciente de los consumidores e influir en las decisiones. Las empresas y los partidos tratan de que asociemos la marca a algo positivo a través de su información, que es independiente de su valía y bondad, sabedores de que tomamos decisiones de un modo nada racional.

Cuando entramos en un supermercado se nos somete a tantos estímulos que según los psicólogos entramos en un estado parahipnótico que hace que compremos más de lo previsto. El encanto se rompe al llegar a la caja.

En todo hipermercado  hay zonas calientes y zonas frías. Las zonas calientes son las de alto nivel de ventas con productos de primera necesidad: la entrada, el pasillo central y la zona de las cajas. A menudo en estas zonas se ponen productos de compra por impulso, las golosinas en las cajas por ejemplo.

La zona fría se puede calentar por iluminación, acumulación de productos, cartelería  etc.

Como estudian nuestro comportamiento, saben que, a más metros recorridos en el local, más compras,  así que los productos de  primera necesidad los sitúan en el lugar más apartado para que el recorrido sea mayor, cuando nos aprendemos el recorrido y podemos ir directamente, cambian la colocación de los productos. En ocasiones se esconden artículos como el aceite, el azúcar, harina, sal etc.

Las investigaciones indican que la tendencia natural al entrar en un autoservicio es girar a la derecha. Por eso la entrada está a la derecha de las cajas  y el flujo se canaliza hacia el fondo y a la izquierda.
Durante este recorrido se provocan cuellos de botella para que la gente se pare con el objeto de que se compren más productos.

Cuando hay poca gente los establecimientos suelen poner música lenta, si está abarrotado la música es más movida para que la gente circule con mayor rapidez.

En las estanterías para que un producto tenga más salida que otros tiene que ocupar como mínimo unos 30 centímetros, de los productos que  interesa vender más  se colocan más unidades linealmente y a la altura de los ojos, si están muy bajos o muy elevados tienen menos salida.

Generalmente todos los carros se desvían ligeramente hacia la izquierda, es deliberado: obligan a sujetarlos con la mano izquierda  y la derecha queda libre para coger sin pensarlo mucho, los productos de las estanterías.

Los precios terminados en 9 hacen creer al comprador que son más baratos. Los terminados en 5 hacen pensar que son de más calidad.

Los artículos apilados de forma descuidada pueden llevar a creer que son ofertas, a veces tienen su precio habitual.

Las cámaras de vigilancia también se utilizan para estudiar  la actitud del cliente, su comportamiento y cómo reaciona ante un estímulo.

Una vez, un ex alumno que trabajaba en un hipermercado, me contó que cuando un producto no tenía mucha salida, su jefe le mandaba ponerlo en las góndolas de las esquinas de las estanterías, donde suelen estar situados los productos de oferta, entonces, sin rebajarlo de precio, se vendía como churros.

Con las elecciones ocurre algo similar, nada es tan espontáneo ni nuestra elección tan racional como parece.  

Fuentes:
http://www.periodistadigital.com/ocio-y-cultura/libros/2014/04/01/jose-ruiz-pardo-cliente-no-siempre-tiene-razon.shtml
https://merchandisingceublog.wordpress.com/tag/merchandising-en-supermercados/
Revista Quo
Dominique Mouton Merchandisng estratégico

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