domingo, 23 de octubre de 2011

Colaboración Público Privada: Mito y timo

Se van desmontando todos los mitos. La energía nuclear era segura, Chernóbil había ocurrido porque era un país comunista, un desastre así era imposible en occidente y entonces vino Fukushima. Lo privado funcionaba mejor que lo público, era más barato y había competencia. Ahora sabemos que cuando una corporación aspira a ofertar un servicio que le produzca grandes beneficios, lo suele hacer en régimen de duopolio y pactando precios. 

Hasta se sospecha que el euribor estaba manipulado por los grandes bancos europeos. Con la colaboración público-privada se mejora la gestión y eficiencia del servicio. Cuando lo único cierto de esa colaboración es que por una parte, las grandes corporaciones con el estado de por medio, se garantizan la clientela o un mínimo de ingresos, por tanto eso de lo que presume el capitalismo de arriesgar, pasa a ser riesgo cero. Es el caso de las constructoras, con Taguas a la cabeza, presidente del SEOPAN, ex-director de la oficina económica de la presidencia del gobierno, pidiendo ayudas al Estado. 

 Lo cierto es que cuando un servicio deja de ser público y pasa a manos privadas, los trabajadores que lo realizan pasan a estar peor pagados, y al estado le sale más caro, con lo cual, negocio redondo. Lo que no es tan seguro es que mejore la eficiencia y la gestión, y ya hay ejemplos de que no solo no mejoran sino que empeoran, a veces de una manera tan brutal que acaban por denigrar el propio servicio, y a pesar del poder que tienen para ocultar esta circunstancia, tenemos algunos ejemplos de ello: En Australia, los centros de detención para inmigrantes están gestionados por una empresa privada Serco, envuelta en un sin fin de escándalos, entre ellos la detención y posterior deportación de ciudadanos australianos y residentes legales por error.

Escándalos que también acompañan a la multinacional G4S que gestiona centros de detención en Gran Bretaña. Antes del 11S la seguridad de los aeropuertos norteamericanos estaba en manos privadas. La apatía de los mal pagados trabajadores repercutía en la seguridad de los aeropuertos. Tras el 11S Bush un republicano nada sospechoso de primar lo público frente a lo privado, nacionalizó el servicio. En España, también tenemos ejemplos, la policía se queja de que tras la privatización de su servicio de traductores, muchos delincuentes se encuentran en nómina de las empresas privadas que ganaron el concurso. 

Se habla mucho de que lo público no funciona, pero realmente lo que ocurre es que no interesa que funcione bien, porque cuando lo hace no deja hueco a la iniciativa privada, e impide que las grandes corporaciones tengan otro negocio al que hincar el diente. 

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